Ya hemos hablado en otras ocasiones sobre la importancia que tiene la higiene hospitalaria, sobre todo las manos, es por ello que insistamos continuamente en este aspecto. Las manos por su tipo de flora micrococácea que se encuentra en las capas profundas de la epidermis y de forma más bien permanente puede también acumular otro tipo de flora, la transitoria y las infecciosas, éstas últimas a nivel más superficial. Por la vía de las manos lo transmitimos casi todo, por ello la higiene del entorno hospitalario ha de ser metódica y escrupulosa empleando para ello productos que desinfecten todas las superficies al máximo. Desde suelos, paredes, puertas, pomos, camas, colchones y por supuesto una higienización especial en los baños procurando que queden siempre bien secos el mayor tiempo posible.

Los baños en los hospitales son un lugar donde por su humedad pueden albergar bacterias si no se desinfectan a diario correctamente, lavabos, inodoros y duchas, sobre todo después de su uso y limpieza han de tener una buena ventilación. El baño se considera un área sucia, por lo que debe ser considerada como prioridad al empezar la limpieza junto a las zonas cercanas al paciente, siendo el suelo lo último a limpiar. Lo recomendable para barrer es la utilización de una mopa desechable con un tejido que adhiera la suciedad y no la disperse pudiéndose retirar siempre usando guantes y depositándola en una bolsa de basura. Solo así podremos estar seguros de poder pasar la fregona húmeda con los detergentes adecuados para la desinfección total del suelo.

A nivel de higiene personal en los pacientes que aún no se pueden levantar de la cama existen las esponjas jabonosas desechables, un recurso muy útil que limpia con eficacia la superficie de la piel, siendo este material muy adecuado para hospitales, centros geriátricos, clínicas y hogares. Este tipo de esponjas con forma de manoplas se usan humedeciéndolas ligeramente en agua para que no se forme demasiada espuma, de esta forma no desperdiciaremos el jabón que contiene. Cuando el paciente empieza a tener movilidad y ya puede usar el baño es conveniente que reciba en los primeros días la ayuda de un familiar o auxiliar de enfermería para los primeros lavados. En las duchas normalmente podemos encontrarnos con una instalación en forma de mampara o bien con una cortina plástica para baño de hospital. La limpieza de las mamparas ha de ser cuidadosa en toda su superficie, sobre todo nos tenemos que asegurar que es una mampara de vidrio templado. Su ventaja frente a las mamparas con paneles de plástico o metacrilato es que éstas pueden acumular cal, en cambio las de vidrio templado se limpian mucho mejor. Al ser posible las mamparas han de ofrecer una accesibilidad adecuada a personas con movilidad reducida, por eso se pueden encontrar dos tipos de habitaciones de hospitales dependiendo el tipo de pacientes. Por un lado tendremos habitaciones con un equipamiento específico para personas con movilidad reducida y que tienen que estar durante un largo tiempo ingresados y por otro lado existen las habitaciones donde los pacientes se pueden valer por sí mismos y solo están unos días ingresados. En estas últimas habitaciones se pueden encontrar baños con duchas más sencillas equipadas con una cortina plástica instalada sobre un riel suspendido del techo mediante varillas. Estas cortinas por su tipo de material garantizan una profilaxis adecuada en el paciente al contener propiedades antibacterianas y por ser ignifugas.

Normalmente la limpieza de los baños en una habitación de hospital se realiza una vez al día por el personal de limpieza del hospital, pero como el baño es utilizado varias veces al día por los pacientes, al menos se recomienda a los familiares que sequen las superficies que puedan quedar húmedas tras su uso. En especial hay que tener en cuenta las barras de sujeción que sirven como apoyo a pacientes con problemas de movilidad, suelen ser de acero inoxidable para evitar que las bacterias o microorganismos se adhieran con facilidad, encontrándose situadas a los costados del inodoro y como apoyo en el interior de la ducha, siendo este tipo de material el más idóneo por su facilidad de limpieza y rápida desinfección.

La posible transmisión de enfermedades por medio de los residuos fecales que puedan quedar en el inodoro del baño de un hospital es altamente peligroso para los demás pacientes, si vemos que un paciente sufre de vómitos y diarrea, debemos extremar las precauciones, de hecho los auxiliares de enfermería al detectar estos casos aíslan a estos pacientes en habitaciones donde solo ellos pueden usar el baño de forma única para evitar el contagio a otros pacientes. La higiene del baño y en especial del inodoro se hace en estos casos con mayor intensidad y cuidado. Son muchos los pacientes que pueden tener infección en la orina, en estos casos lo más habitual es que durante el proceso de cura del paciente, éste tenga que depositar la orina en unos contenedores especiales para que se evite cualquier tipo de proliferación infecciosa en el entorno del baño, en casos más extremos se usan las sondas.

En términos generales el simple trasiego de familiares, pacientes y médicos en un hospital genera un «caos imperceptible» que siempre lleva consigo unas medidas de control higiénica para evitar contagios, pero nunca se puede establecer una vigilancia tan estrecha de todas las personas que entran y salen de las habitaciones. La higiene hospitalaria es uno de los aspectos fundamentales en el control de infecciones. El medio ambiente hospitalario cumple por tanto una función determinante, la de aislar de la manera más aséptica posible a los pacientes y el evitar en la medida de lo posible la transmisión de enfermedades nosocomiales, siendo en muchas ocasiones causa directa de la infección de los pacientes y responsable de grandes brotes epidémicos.